Economizando esfuerzos

Un partido más, una exhibición más. Se han agotado hace ya tanto los adjetivos que aportar algo nuevo en un post sobre el último partido del Barça deviene misión imposible. Podríamos alabar el juego de Xavi e Iniesta, el pletórico estado de forma de nuestra defensa, los mil y un recursos de Henry, el hecho de que podamos prescindir del mejor jugador del mundo y aun así golear al tercer clasificado de la competición nacional… En fin, como ya habrá un montón de textos dándole vueltas a estos temas me gustaría hacer hincapié sobre un hecho que vengo observando desde hace media temporada y que explica la tranquilidad con que la parroquia culé encara este frenético tramo final de temporada.

Ante una avalancha de partidos como la que se nos venía encima y teniendo en cuenta que en la competición físicamente más exigente que disputamos tenemos al máximo rival a dos partidos de distancia, la manera más inteligente de dosificar los esfuerzos es precisamente lo que viene haciendo el Barça desde hace meses. Al principio pensaba que la cosa salía por accidente, pero ahora ya tengo el convencimiento de que se trata de una estrategia perfectamente planificada. Este equipo se ha especializado en matar los encuentros en los primeros cuarenta y cinco minutos: dos-tres-cuatro goles y la segunda parte a sestear. No sólo eso: como tienen permanentemente el balón, los únicos jugadores que corren son los del equipo contrario. Para cuando a los nuestros les ha llegado el lógico bajón físico (allá por el minuto veinte de la segunda parte), los rivales están reventados y el encuentro se ha convertido poco menos que en un partidillo de entrenamiento en el que existe un pacto tácito de no agresión con el rival para no agravar las heridas. Se hacen los cambios oportunos para que no se nos lesione nadie y así ofrecer un homenaje merecido a los héroes del día, se entretiene la pelota a base de rondos de calidad, un par de faltas tácticas si vemos que el juego se desmadra y a otra cosa mariposa.

El partido de hoy ha concluído rozando la medianoche. Porque la Liga no se juega de día, que si esto se acabara a las doce del mediodía a los jugadores del Barça aún les daría tiempo de ir a una terracita a hacer el vermutillo y a tomar un rato el sol. Con este ritmo de desgaste, casi que empalmemos el final de temporada con el principio de la próxima, más que nada para que no pare la fiesta.